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En este libro, David Estlund se sumerge en una reflexión sobre la justificación de la autoridad democrática, ofreciendo una alternativa innovadora al postular que la legitimidad de este orden se funda, al menos en parte, en el hecho de que permite llegar a mejores soluciones en virtud de la deliberación entre iguales.
El autor concede que, tal como sucede en el juicio por jurados, la autoridad y la legitimidad de las decisiones políticas no dependen de que su contenido sea bueno o correcto. Pero sostiene que es crucial el valor epistémico del procedimiento, es decir, que este sea reconocido como el que más se aproxima a una decisión adecuada.