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La Transición Energética se viene planteando en la actualidad como un problema de cambio de tecnologías energéticas basadas en los combustibles fósiles a otras llamadas renovables. Sin embargo, no se trata de una cuestión meramente técnica, sino que tiene unas repercusiones sociales, económicas y políticas de un descomunal alcance. Se trata, definitivamente, de un problema sistémico, de un problema de nuestra cultura, que necesita reconfigurarse profunda y rápidamente para, en primer lugar, evitar la extinción de toda la vida sobre el planeta, y al mismo tiempo para adaptar nuestra especie a unos nuevos modos de vida basados únicamente en los flujos de energía procedentes del Sol.