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Las conocidas como «Primaveras Árabes» de 2011 visibilizaron y colocaron en el centro de la agenda de numerosos regímenes del Norte de África y Oriente Próximo a los jóvenes como nuevos actores políticos. En Marruecos, esto se tradujo en el plano institucional en la adopción de unas cuotas destinadas a aumentar la representación política de los jóvenes de entre dieciocho y cuarenta años en el Parlamento. El país vecino se sumaba así a la lista de países como Kenia, Uganda o Ruanda, que adoptaron este tipo de medidas inclusivas muy reivindicadas por organismos internacionales como la Unión Interparlamentaria o las Naciones Unidas. En los años posteriores a 2011, llegarían a Túnez, Egipto o Gabón. Sin embargo, ¿en qué medida mejoraron las cuotas la representación política de los jóvenes? Este trabajo reconstruye por primera vez a partir del caso marroquí su adopción e implementación, situándolas en su contexto africano e internacional más amplio, así como en el plano doméstico a través de las dinámicas y lógicas de transformación del autoritarismo en Marruecos. Su análisis se basa en un trabajo de campo realizado entre los años 2016 y 2019 en el que se obtuvieron datos de la élite parlamentaria de los últimos dos decenios. Se realizó una observación no participante de la Cámara de los Representantes, y se recopilaron los testimonios de estos jóvenes parlamentarios al igual que de otros actores políticos y personal administrativo relevantes (funcionarios de la Cámara de los Representantes, antiguos ministros, activistas, miembros de los partidos políticos). Si bien estos dispositivos no representaron un gran avance en la inclusión de los jóvenes en la política institucional, sí reflejan el conflicto generacional que atraviesan los partidos políticos, así como los cambios que está experimentando la representación política y parlamentaria en un contexto de autoritarismo participativo y muy adaptativo, como es el caso del régimen marroquí. En otras palabras, este trabajo muestra cómo desde las reivindicaciones de 2011, el aumento de la presencia de los partidos de la oposición institucional en la Cámara Baja y las reivindicaciones de los jóvenes dentro de los partidos políticos ejercen una presión desde abajo para regenerar el proceso representativo para que este sea más transparente, formal e inclusivo