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A principios del siglo xx, Aurora Rodríguez, una dama de la burguesía gallega, puso un anuncio en prensa en el que demandaba a un varón para concebir a una bebé. Una criatura que debía estar destinada nada menos que a emancipar a la mujer española. Bajo este espeluznante sino nació la pequeña Hildegart, quien, tras la estricta educación de su madre, pronto se convirtió en una brillante líder feminista de la Segunda República, pionera en España de la educación sexual y la planificación familiar. Pero en determinado momento, Aurora consideró que su hija se había desviado del fin por el que había sido traída al mundo, y por ello el 9 de junio de 1933 empuñó un revólver y descerrajó cuatro tiros a Hildegart mientras dormía. Esta es la crónica magistral de ese sonado filicidio.