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Una vez acabada la guerra, se desarrolla un vasto programa de control social cuyo principal instrumento fue el Patronato de Protección a la Mujer. La institución creada en 1941 encaminó sus objetivos a la lucha contra la prostitución y por tanto a la erradicación de la enfermedad venérea. En realidad fue un mecanismo dedicado a la corrección y castigo de las conductas que pudieran entorpecer las aspiraciones demográficas del Régimen. El estudio realizado sobre la actuación del Patronato en la ciudad de Málaga entre 1941 y 1971 demuestra que la institución proyectó su intervención en conductas transgresoras de la moral católica pero sin ningún tipo de relación con la actividad prostitucional.