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Atrevimiento y humor serán los ingredientes principales de esta novela. En esa indeterminada edad que se acerca poco a poco a la vejez, un círculo de amigas recibe la noticia de la enfermedad de una de ellas. ¿Cómo reaccionar ante la imposición de lo normativo, la familia consanguínea, como espacio de referencia donde dirimir siempre lo relativo a los cuidados fundamentales, a la vida y la muerte? Nada que no sepáis tirará de irreverencia para crear una ficción a la escala de nuestros deseos: un país improbable donde acompañar a una amiga enferma, un cuarto de baño imaginario en el que ajustar las cuentas con los sujetos del saber sin renunciar a la alegría ni al desparpajo, un cerebro dañado que se sabe narrar a sí mismo, adicciones que se superan escribiendo. Se trata de inventar una manera de existir, cuando la edad y las convenciones nos relegan al cliché, a lo previsible, a la foto fija.
¿Puede un personaje ser autor de la novela que lo crea? ¿Qué sucede si la protagonista prefiere pertenecer a otra historia? Si no nos dejan cuidar lo que amamos, ¿podríamos cogerlo, llevárnoslo a otro lugar y llamarlo ficción? Las respuestas nos las darán Encarna, tierna quijota y voz protagonista, y su grupo de amigas. Sonia Pina escribe lo que merecemos que suceda.
"Josefa me dice a veces en terapia: ?Encarna, en crudo?, y esta instrucción es suficiente para que me desprenda de mi tendencia al eufemismo, y lo hago con el mismo placer que cuando me desprendo del sujetador al llegar a casa. Surge de mi interior entonces un sincericidio fresco como una manzana; devengo en libro abierto y mordaz; rejuvenezco y todo con la experiencia, no sabes qué gusto".