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Yo creo -escribe Elizabeth Duval en Reina - que estaba enamorada de ella porque era como un personaje novelesco, una gran aparición del azar, una fuerza sin rumbo ni dirección alguna. Aunque a lo largo de la historia el dilema entre la escritura o la vida ha influido en numerosas obras, lo cierto es que la respuesta más sensata siempre estuvo a la vista de todo el mundo, tal y como podemos deducir con la lectura de este libro: la literatura y la vida.
Estudiante en París de Filosofía y Letras Modernas, la escritora y activista Elizabeth Duval (Alcalá de Henares, 2000) inicia un diario que inevitablemente acaba transformando su realidad, mediada por una especie de concepción novelesca de la propia existencia. Con un talento excepcional para hacer dialogar su prosa con la historia de las ideas, proponiendo así un interesante dispositivo de estimulación intelectual, a lo largo de Reina circulan numerosos asuntos que zigzaguean entre las esferas de lo público y lo privado.
Entre sus temas destacan la vida universitaria como iniciación a la madurez, la política bajo el capitalismo tardío, o el amor postadolescente desde una óptica que desborda todas nuestras expectativas sobre el asunto y lo sublima en una reflexión sobre los afectos y el deseo tan universal como radicalmente nueva.