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Simone Weil captó los grandes dilemas y contradicciones de su tiempo; en otros términos: supo captar el espíritu de la época. sin duda, ella y Hannah Arendt son las dos grandes pensadoras del pasado siglo XX. en su corta vida, con su inteligencia prodigiosa y su compromiso solidario, Simone Weil inició la gran obra de replanteamiento de los fundamentos de la cultura occidental. se puede advertir que más allá de los numerosos naufragios que hemos vivido, como las dos grandes guerras mundiales, ella aporta valores y reflexiones que no se deben dilapidar.
Weil se interroga sobre: ¿Qué significa hacer balance o crítica de nuestra civilización? Y responde que es tratar de poner en claro de una manera precisa la trampa que ha llevado al ser humano a ser esclavo de sus propias creaciones. en realidad, Weil había percibido el lado oscuro de la modernidad, de la revolución industrial y de la que se daría en llamar organización «científica» del trabajo, cuyos efectos había padecido por propia experiencia sufriendo la explotación despótica en la fábrica taylorista (panóptica, inspirada en la construcción de Jeremy Bentham). Por lo demás, Weil pretende sobrepasar el marco de las reformas reivindicativas en el orden existente y propone caminar hacia la construcción de una nueva organización social democrática. en ese camino importa ante todo destacar, como elemento central, las obligaciones hacia el ser humano. Y estas obligaciones deben corresponderse con las necesidades humanas fundamentales. no debe olvidarse que el título de uno de sus libros más emblemáticos lleva el título «echar raíces. Preludio para una declaración de los deberes hacia el ser humano».