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Luz y Ada, dos feministas radicales, están tan hartas de oír tantas y tantas palabras sobre el tema de la prostitución, que deciden pasar a la acción: matar a los clientes. Lo demás se nos da por añadidura. Para la edición en lengua gallega de esta novela, el autor escribió: Sabemos que la belleza no es ciega, que nos prefiere altos y mansos. Sabemos que la censura, como la energía, no se extingue, se transforma. Cumple buscarle, entonces, las vueltas al relato oficial de los hechos, narrar las zonas oscuras en el mapa del presunto lustre de las democracias occidentales, un extenso territorio entre lo ilegal o lo obsceno, de Jonathan Swift a Pasolini, que es nuestra casa. Hacer, por fin, visible lo visible. Escribirlo con las mismas armas de la literatura de masas. Nos hemos limitado a traducir sus palabras. Solo una advertencia: esta novela no ha ganado ninguno de los tropecientos mil premios literarios que se conceden, siguiendo el sistema literario en lengua gallega el mal ejemplo del sistema literario en castellano. No parece mala señal.