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Pocos escritores del siglo xx, como Víctor Serge, han visto condicionada su producción literaria con tanta amplitud por el día a día de los procesos históricos que vivió, en la medida en que Serge no fue un mero espectador de la realidad social y política que le tocó vivir, sino que se implicó en ella hasta el extremo de que condicionó su vida. Quizás porque su vocación literaria (que apareció muy pronto, en el París de los primeros años de la segunda década de siglo) corrió paralela a su actividad social y política o, dicho de otra manera, utilizó la literatura como una herramienta más de su combate ideológico y social.
Ciertamente, Víctor Serge fue sin ninguna duda un escritor revolucionario que se implicó, hasta su fallecimiento en 1947, en todos los combates políticos e ideológicos con los que se enfrentó a lo largo de su vida. Lo hizo en Francia a partir de 1908, en España en 1917, en Rusia a partir de 1919, en Alemania en 1923, lo volvió a hacer en España en 1936, y a partir de 1941 se implicó en el continente americano. No es por casualidad que sus memorias lleven por título Memorias de un revolucionario como no es casual que se considere a Serge como un escritor de «varios continentes». Una de sus virtudes fue siempre este compromiso con la realidad inmediata que le tocó vivir.
Víctor Serge. La conciencia de la revolución recoge una visión amplia y plural sobre la personalidad y la obra de nuestro autor. A partir de textos inéditos y algunos ya publicados en otras lenguas, los diferentes autores que han colaborado en esta obra colectiva pasan revistas al conjunto de aspectos que configuran la vida de Serge: desde unas biografías generales, enmarcadas en su obra y en su ideología, hasta su inicial paso por Barcelona y por el anarquismo, sus discrepancias con Trotski, su compromiso con la revolución española y con el POUM, el análisis de sus propuestas ideológicas, la importancia de su hijo (el pintor y dibujante Vlady) o sus aportaciones en América latina, pretendemos ofrecer una dimensión inédita de Víctor Serge. Puesto que Serge fue, efectivamente, la «conciencia de la revolución» del siglo xx, de todas las revoluciones existentes en su momento y puesto que, así al menos lo esperamos, debe seguir siendo la misma conciencia para las revoluciones del futuro.