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A finales del siglo XIX, las formas de organización social derivadas de la Segunda Revolución Industrial se imponían con fuerza en la mayor parte de los países de la Europa occidental. Sin embargo, la existencia bajo el régimen fabril y el progreso dictado por el reloj de la modernización, no fueron asumidos mansamente por todos los sectores de la población. En Alemania, por ejemplo, el movimiento juvenil de los wandervogel, los pájaros errantes, reclamó una vida desapegada de los ritmos de la gran ciudad, promoviendo una cultura organizativa entre los jóvenes que buscaba retomar los vínculos con la naturaleza.