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Del prólogo:
Los activistas de los derechos humanos suelen usar una expresión común para referirse a la persistencia de la tortura en nuestras sociedades: agujero negro. La tortura es, nos dicen, un agujero negro policial y jurídico. Yo añadiría otra condición: es también un pozo del periodismo, que pocas veces se atreve a iluminar ese fondo turbio; y es también un agujero negro de los creadores (escritores, cineastas, intelectuales en general), que pocas veces se atreven a asomarse en sus obras.
En toda sociedad hay unos cuantos temas que funcionan como piedra de toque para comprobar su calidad democrática y el ejercicio de la libertad en la misma. Temas tabú, agujeros negros. La tortura es uno de ellos, de los más importantes. Así ocurre en España, sin ir más lejos. Cualquiera pensaría que está completamente erradicada, pues nadie la ha visto: ni los responsables de Interior, que una y otra vez rechazan los informes y denuncias; ni los jueces, que suelen resolver las denuncias con archivos o absoluciones, y dedican sus esfuerzos a perseguir a torturadores en el extranjero; ni los medios de comunicación, que emplean su periodismo de investigación en causas mejores; ni los creadores, que en sus obras la omiten, y prefieren retratar a torturadores del pasado, o de otros países.
Y sin embargo, pese a tanta negación, ahí están los informes de organismos internacionales y de asociaciones contra la tortura, que dicen otra cosa: no es que no exista. Es que es invisible.
Javier Ortiz empuñó muchas veces la linterna para asomarse a ese agujero negro, para visibilizar lo invisible. Él mismo, durante sus años de militancia antifranquista, sufrió la tortura policial, aunque no creo que eso fuese determinante para su firmeza contra ella. Más bien era un elemento más de su activismo, de su denuncia permanente de todo abuso, de su desenmascaramiento de los espacios de impunidad que perviven en las sociedades democráticas. Lo hizo desde el periodismo, en los distintos medios por los que pasó; desde su actividad pública, mediante conferencias y participando en muchas iniciativas; pero también, para sorpresa de muchos, desde la ficción: a través de esta obra de teatro que muchos descubrirán ahora con su publicación. José K, torturado.