?? En un par de páginas de esta novela se citan los dos problemas sobre los que se han fundamentado las investigaciones del filósofo Noam Chomsky: el ?problema de Platón?, que se enuncia mediante la pregunta ?¿cómo es posible que con tan pocos datos sepamos tanto??; y el ?problema de Orwell? que dice ?¿cómo con tantos datos sabemos tan poco??. Parece que Matías Escalera haya hecho su texto literario sobre una versión de estos dos problemas: con tan pocos datos narrativos conocemos todo un mundo, pero ?al mismo tiempo?, con todo ese mundo sabemos muy poco de la historia narrada. La paradoja revela que algo ha desaparecido: la realidad. No se trata de un acto criminal, como el que señalaba Jean Baudrillard hace algunos años en El crimen perfecto, sino de una premeditada elección: Matías Escalera no intenta representar la realidad sino aprehenderla. Este es el primer gran esfuerzo de esta obra?? (del Prólogo, por César de Vicente Hernando) He aquí una novela anticapitalista, en sentido estricto, que entra en el ?corazón de las tinieblas? y escribe, desnudas ?en su desarrollo interno y social? no sólo la delincuencia económica y política, la voracidad insaciable de las élites y de sus cuadros, o la especulación que destruye la urbe y arrasa nuestras vidas; sino también la complicidad y la traición de los que quisieron transformar el mundo y acabaron vendiéndose, o la derrota de los que continuaron en la lucha; pero, sobre todo, la persistencia en la vida, en los deseos y en el sueño de un abigarrado grupo de seres que no se encaminan hacia ninguna utopía, pues están ya ?lo habitan, haciéndolo y rehaciéndolo cada día? en un espacio compartido, común y liberado, justo en los márgenes de la ciudad de los muertos. Estos son sus materiales. Se podrían haber reconvertido engañosamente en mercancía, al gusto y exigencia del mercado, y el escritor haberse visto reducido, así, a mero vendedor de abalorios; otros lo han hecho. Matías Escalera Cordero, frente a esto, se sitúa en medio del campo técnico novelístico posmoderno, lo utiliza, lo vuelve del revés (así por ejemplo, al fragmentarismo y a la intertextualidad), le da la vuelta a su tecnicismo y a su corrupción intelectual, a los que deja con sus cartas marcadas. Porque en esta novela, en Un mar invisible, con esta forma directa de escribir y de novelar, se juega la partida sin marcar las cartas, y al envite, para que no gane como siempre la banca. José Antonio Fortes