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A Ken la abandonó su madre con cinco años quedando al cuidado de su anciano y ciego padre. Cuando abrió en el pueblo la escuela francesa Ken se convirtió en la primera mujer de su familia en escolarizarse y allí se sumerge en la cultura francesa convencida de que es la de su propio pueblo. Su vida está marcada por la ausencia de la madre y la búsqueda constante y dolorosa de su identidad. Cuando obtiene una beca para ir al fin al país de los blancos se da cuenta de que su ascendencia gala es una quimera. Su viaje a Europa se torna un descenso a los infiernos que la lleva a los recovecos más sórdidos de esa sociedad que creía suya y que termina transformándose en una trampa de la que no es fácil escapar.