Un país para viejos

Mark Fisher, en su obra, especialmente en Capitalist Realism (2009), expone la imposibilidad de imaginar alternativas al neoliberalismo, un horizonte cerrado que encuentra eco en las experiencias de la autonomía italiana de los años 70. Emmanuel Rodríguez ha señalado cómo la derrota de estos movimientos autónomos frente a la recomposición neoliberal anticipó algunas de las derivas que Fisher analiza décadas después: la absorción de la contracultura como un nuevo motor del capital, la fragmentación de la clase trabajadora y la internalización de la precariedad como condición estructural. Fisher critica la impotencia política de una contracultura que, lejos de subvertir el orden, ha sido reconfigurada como parte del mercado. Su diagnóstico dialoga con las intuiciones de la autonomía italiana sobre la captura capitalista de la subjetividad y la erosión de la capacidad colectiva de resistencia. En este sentido, la derrota de la autonomía no solo fue política sino también ontológica: el neoliberalismo se impuso no solo como sistema económico, sino como una forma de vida que ha colonizado la imaginación del futuro.