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¿Qué es lo que sentimos cuando la vida y el cariño arden? ¿Qué es lo que sentimos cuando el amor quema, porque se fuera, porque está pero no nos colma, porque nunca estuvo, porque nunca fue como deseamos o porque nos hicieran ?a base de infancia extraña? incapaces de sentirlo a pleno pulmón siendo conscientes de este sesgo, de esta carencia? Lo que sea el amor o su carencia es un jodido misterio, que aunque sea bien conocido desconocemos, y aquí, entre sus palabras, sus sentimientos y prosa como viento fuerte, Adriana Bañares, en su Ánima esquiva, a mitad de camino entre la poesía y la narrativa, nos muestra su hermosa ?y rabiosa? visión sobre el sentir cariño y no tenerlo. Como si el frío añorara el abrazo tierno de lo cálido, esta ánima esquiva hecha palabra, busca el abrazo de la mirada. La vuestra.
FRAGMENTO:
Tengo miedo a que todo se destruya. Un terrible pánico a la efervescencia. Miedo a un final abstracto. No, no temo a lo físico, a lo material. No temo al dolor tanto como al pensamiento. No quiero que termine. Nada. No quiero la nada. Me desplazo sin rozar el suelo, a través de paredes, fundiéndome en las cortinas ?anaranjadas? de mi habitación, y como el rastro de rocío que deja la noche sobre mis hojas, me quedo quieta, esperando evaporarme. No sé a dónde quiero ir a parar. No sé si quiero parar. No por el momento. Y tal vez me he vuelto inmune. A todo. Inmune. Estática y maleable a la vez, como plastilina, como sangre seca bajo las uñas. Una mueca extraña, un rostro conocido vencido por el desconcierto que provoca un cambio brusco de temperatura. Ahora que llueve todo es contrario a lo que fue. Ahora que el frío vuelve a dejarme un tono violáceo en las manos y agua salada bajo mis pestañas, todo es volátil, silencioso; agua. Ahora es todo tan claro que tengo miedo a que se evapore y, sin embargo, quiero evaporarme yo. Quiero saltar por la ventana y soplar. Soplar. Quiero volar hasta evaporarme.