Cuaderno de interior, así he querido llamar a esta colección de instantáneas, mi diario perteneciente a los años 2003 y 2004. Hay tanto de narcisismo como de verdad a medias. Mucho de confesionario, algo de feroz misantropía. Si el poeta trata a menudo de huir del mundo a la primera oportunidad que tiene de hacerlo, un diarista necesita imperiosamente ese axioma romo que es la realidad, del que penden todos los misterios más íntimos y sencillos, como la incuestionable verdad que nunca ocurrió, pero que recordamos intacta. Ignoro si estas páginas de diario, notas prestadas o pensamientos huérfanos dan sentido a la vida de uno, si son su expresión mayor o, por el contrario, si la hacen más invisible e irreconocible. Pero en ese misterio insondable naufraga la literatura, y con ella, nosotros. Naufragio o iluminación.