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Las activistas lesbianas llevamos treinta años organizadas en el Estado español. Como poco. Al igual que en la primera manifestación que recorrió orgullosamente las Ramblas barcelonesas, en 2007 estuvimos de enhorabuena: cumplimos treinta.
De activismo en la calle, de debates y elaboración de textos, de pintar pancartas, de crear grupos, escindirnos, compartir luchas con los movimientos afines, volvernos a escindir, organizar más colectivos? De dejarnos la voz reivindicando la legitimidad (y el placer) de una opción sexual distinta a la norma heterosexual. De emplear, en definitiva, nuestras energías y nuestro tiempo en cambiar las cosas, en mejorar la vida de todas y todos, minorías sexuales y sociedad en general. Hoy en día no cabe duda de que sin las movilizaciones de feministas, lesbianas, travestis, gays y transexuales, la sociedad española no habría cambiado al ritmo vertiginoso con el que lo ha hecho en estas últimas décadas, digan lo que digan ciertos sectores.
Ahora que se ha empezado a hablar de memoria histórica es necesario, urgente, que empecemos a rescatar la(s) nuestra(s). Sin memoria no hay análisis ni historia posible, simplemente no existimos.