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Donatien Alphonse François de Sade (1740-1814) ha dejado de ser un autor maldito. Sus obras, condenadas durante más de un siglo al infierno de las bibliotecas, se editan y comentan sin censura o cortapisa. Pero, ¿quién lee hoy al marqués? Su nombre evoca a lo sumo placeres cruentos, y se olvida que, además de un fabuloso escritor, Sade fue pensador sólito a la par que subversivo. Sus ideas sobre Dios, la naturaleza o la condición humana -de las que aquí se ofrece una breve antología- componen un verdadero elogio de la insurrección.