El conflicto forma parte de lo complejo de la experiencia. Las sociedades contemporáneas niegan el conflicto. El rechazo genera violencia extrema. ¿Se puede pensar a partir de estas evidencias?. La versión del hombre normalizada bajo la negación del conflicto alimenta conflictos simplificados y reactivos que encuentran en el racismo su estructura subyacente: el otro es un no-humano al que hay que eliminar. El conflicto se vuelve entones enfrentamiento, todo pensamiento resulta sospechoso y lo complejo despreciable. El elogio es, en cambio, una exaltación necesaria para reafirmar la productividad del conflicto. Una invitación vital a compartir la inestabilidad de lo complejo y una manera positiva de valorar la auto-organización de los fenómenos que ocurre a pesar del enfrentamiento.