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En los textos aquí reunidos alternan apuntes sueltos con entradas de diario, poemas, epifanías, recuerdos, retazos de vida, también con ensayos más o menos breves, más o menos reflexivos o divagatorios o discursivos. Lo que procura su unidad es el ser todos ellos materiales de una conciencia en movimiento; de una conciencia, por así decirlo, en marcha. De ahí la condición ?ambulante? de estas páginas, urdidas en el transcurso de los paseos que su autora da por París? El encanto y el poderío de este libro reside en la forma con que, al ritmo del cuerpo que camina, dicha conciencia restablece los vínculos con todo lo que la rodea comprometiendo para hacerlo niveles muy diferentes de atención, de sensibilidad, de emoción, también de pensamiento crítico, que acierta a captar y traducir una escritura versátil, tersa, irónica y apasionada. La forma miscelánea ensaya aquí "la posibilidad de un yo sin narrativa personal, es decir, de un yo en bragas -o en calzones- y con tendencias copulativas de otro orden". Los "materiales de conciencia" aquí acumulados se despliegan en un tiempo y en un lugar muy precisos. La voz que aquí nos habla dice tener "la desgraciada suerte de vivir en el distrito XI, en el simbólico eje que va de la Bastilla a la Place de la Repúblique, manifestódromo nacional par excellence. Y para más señas, en la manzana del Bataclan, a pocas calles de Charlie Hebdo. Mi hijo ha crecido contando los globos rojos de la CGT y los chalecos amarillos, entre policías disfrazados de escarabajos-terminators y gases lacrimógenos". La revuelta social, la pandemia del covid, la guerra de Ucrania, la crisis energética y la cada vez más apremiante y angustiosa amenaza climática, la masacre de Gaza... Sobre este trasfondo catastrófico, casi distópico, agravado más que distraído por ?la futilidad de los escaparates? que proliferan en una ciudad entregada al turismo y al consumismo más irresponsable y desenfrenado, despunta sin embargo la esperanza, que irrumpe de pronto como un elemento casi subversivo.