«Fue el 15 de abril». El sonido de las sirenas antiaéreas irrumpe en la extraña cotidianidad de Izawa; en cuestión de minutos, los aviones americanos convierten su barrio de Tokio en un mar incendiado. El sentido de la vida y del arte; el sueldo de doscientos yenes para comprar tabaco, arroz y sopa de miso; la delgada línea que separa al entendimiento de la locura y a la angustia de los hombres del silencio estático de los niños; el afecto por una mujer reducida a los instintos de la carne, todo queda suspendido como las bombas en el aire antes de caer.
Autor: SAKAGUCHI, ANGO
Ango Sakaguchi nace en Niigata en 1909. Su infancia triste y solitaria da paso a una adolescencia rebelde. En 1922 es enviado a Tokio donde entra en contacto con la efervescente vida cultural y bohemia de la ciudad. En 1928 comienza a publicar sus inconfundibles relatos, mezcla de terror con elementos grotescos e irracionales. Finalizada la guerra, sus ensayos inconformistas y provocadores desatan una oleada de entusiasmo y lo sitúan entre los autores más representativos y originales de posguerra. El éxito se extiende rápidamente a su producción narrativa, caracterizada por una concepción pesimista y nihilista de la existencia. Sakaguchi se obliga entonces a escribir a un ritmo incesante. Continúa escribiendo sin tregua hasta que, el 17 de febrero de 1955, muere a los 49 años de un aneurisma cerebral.
LA IDIOTA
AUTOR/A
SAKAGUCHI, ANGO
Ango Sakaguchi nace en Niigata en 1909. Su infancia triste y solitaria da paso a una adolescencia rebelde. En 1922 es enviado a Tokio donde entra en contacto con la efervescente vida cultural y bohemia de la ciudad. En 1928 comienza a publicar sus inconfundibles relatos, mezcla de terror con elementos grotescos e irracionales. Finalizada la guerra, sus ensayos inconformistas y provocadores desatan una oleada de entusiasmo y lo sitúan entre los autores más representativos y originales de posguerra. El éxito se extiende rápidamente a su producción narrativa, caracterizada por una concepción pesimista y nihilista de la existencia. Sakaguchi se obliga entonces a escribir a un ritmo incesante. Continúa escribiendo sin tregua hasta que, el 17 de febrero de 1955, muere a los 49 años de un aneurisma cerebral.