Pero España y Europa no están respondiendo de manera adecuada al drama de Siria y en general al éxodo de las personas refugiadas. Lo demostró la tragedia de Lampedusa en octubre, lo corroboró la de Ceuta del 6 de febrero de este mismo año, cuando al menos quince personas murieron ahogadas mientras nadaban hacia una playa española enfrentando el material antidisturbios disparado por la Guardia Civil. El Informe 2014 de CEAR también incide en la acelerada denegación de la protección internacional a la mayoría de las personas que la solicitan desde puestos fronterizos o los CIE y, en cuanto al reconocimiento de los estatutos de refugiado y apatridia, examina de manera detallada las cifras de 2013 y se fija en particular en las víctimas de las redes de trata (una forma de esclavitud moderna según Naciones Unidas) y en las personas originarias del Sáhara Occidental.