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En Palestina se juega tanto al fútbol que solo por querer jugarlo ha habido vidas que han visto su final. Como los cuatro niños Baker que fueron asesinados en un bombardeo israelí en 2014 en la franja de Gaza. O como el grupo de gente forofa que veía un partido de fútbol del Mundial en un garito de la playa gazatí que también fue bombardeado.
El fútbol se juega, no para morir, sino para vivir. Se juega para crear pasión y orgullo. El fútbol fortalece el espíritu colectivo, el respeto y la no violencia, además de ser un vehículo de lucha antirracista. El fútbol se juega, por supuesto, para levantar emociones y, en el caso palestino, para olvidar la vida bajo la ocupación.
Markaz Tulkarem. El retorno del equipo refugiado es un compromiso del fotógrafo Joseba Zabalza con una causa, la causa Palestina. Esta vez, las fotografías muestran una de las cotidianidades que se ven alteradas por la ocupación israelí: el futbol. Joseba Zabalza siguió la temporada del Markaz Tulkarem, un equipo de la liga Palestina. Con textos de Iván Pastor y Helena Bengoetxea, el libro interpela a una multiplicidad de sensibilidades.