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En 1962 y 1963, Coltrane actuó en París, y allí conversó con el crítico Michel Delorme, una de las figuras más relevantes en la difusión del jazz en Europa.
A lo largo de su vida, John Coltrane concedió algunas entrevistas a periodistas, pero nunca llegó a ser una actividad que le interesara especialmente. Se mostraba reticente a conversar porque, aseguraba, no tenía claro que las palabras que él dijera pudieran llegar a expresar su pensamiento con tanta claridad como lo hacía con su música. Quienes le trataron describen a un hombre calmado, afable y modesto, una imagen que contrastaba profundamente con la del artista encima del escenario o en el estudio de grabación, siempre volcánico y espiritual, capaz de desplegar una intensa fuerza musical en busca de lo desconocido.