El medio siglo que siguió a la independencia fue un periodo convulso y clave de la historia peruana, ya que en él se definieron las bases y los actores que delinearían en adelante la estructura económica y social de la nación. La nueva situación política en que entró el país pudo ser aprovechada por algunos para mejorar su posición económica y sus ventajas sociales, al tiempo que otros vieron como se desvanecía su antigua preeminencia o sus posibilidades de alianzas. En todo esto tomaron parte circunstancias azarosas como la bonanza guanera o las guerras internas e internacionales (nunca fue muy clara la diferencia) que abundaron durante esos años y que hicieron del período una era darwiniana en la que solo sobrevivirían y saldrían adelante los más adaptados.