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La costa de Florida se caracteriza por sus bonitas urbanizaciones con el césped bien cortado, vecinos agradables y playas paradisiacas. Sin embargo, en esta novela, el sol también se pone sobre el alambre de espino y los fosos que rodean las casas; los vecinos no pueden disfrutar del jardín botánico pues fue bombardeo con misiles por el exalcalde; los niños no pueden jugar en el parque porque está minado y los ciudadanos deliberan sobre linchamientos públicos. En este paisaje surrealista, el señor Robinson, medievalista aficionado y antiguo profesor de la escuela, tiene una epifanía: ha llegado el momento de revertir la situación y la mejor forma de hacerlo es presentarse a alcalde.
La primera novela de Donald Antrim es una sátira sobre lo que podría ser en un futuro la sociedad norteamericana presa de sus paranoias y de su obsesión con las armas.