Las consideraciones son el diario de Mann durante la Primera Guerra Mundial. Por primera vez, el escritor se compromete en el debate ideológico, exaltando los valores que creía amenazados. Defiende aquí una «cierta idea de Alemania», critica los tópicos virtuosos de la propaganda de los Aliados, paladines de la democracia, y afirma que existe una oposición irreductible entre la cultura y la «civilización» de sus adversarios. La cultura se ocupa del alma, es propia de un país y se dirige al individuo. La civilización, preocupada por el progreso técnico y material, es internacional y sólo se interesa por las masas. Nos conduce directamente al reino del termitero.
Este panfleto antidemocrático se transforma a veces en una defensa muy discutible del nacionalismo alemán, pero contiene también un elogio de la ironía y páginas impresionantes sobre filósofos como Schopenhauer y Nietzsche, músicos como Wagner y Bizet, escritores como Tolstói, Dostoyevski, Flaubert, etc. En definitiva, un libro que se presta a la discusión y a la crítica, un documento capital sobre una crisis de civilización.
CONSIDERACIONES DE UN APOLÍTICO
AUTOR/A
MANN, THOMAS
(1875 - 1955), es un clásico indiscutible de la literatura alemana. Hizo del ser humano, condicionado por su contexto político y social, y del conflicto que puede surgir entre la vida y el arte o la inteligencia, el centro de buena parte de su extensa obra narrativa, en la que destacan, entre otros títulos, Los Buddenbrook (1901); Tonio Krôger ( 1903); La muerte en Venecia (1912); La montaña mágica (1924); considerada a menudo su obra más importante, Mario y el mago (1930); Carlota en Weimar (1939); Doktor Faustus (1947); El elegido (1951) y Confesiones del estafador Félix Krull (1954), todas ellas publicadas en la colección Edhasa Literaria. En 1929 obtuvo el Premio Nobel de Literatura, principalmente por su novela Los Buddenbrook, que ha conquistado un reconocimiento cada vez mayor como una de las obras clásicas de la literatura contemporánea. Su propio compromiso con la época que le tocó vivir lo llevó a perder la nacionalidad alemana en 1936. Desde 1933 se exilió de Alemania, con la llegada de Adolf Hitler.