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Sam Balter se subió en las olimpiadas de 1936 al centro de la infamia; el rey Faruq I le robó un sable al sha de Persia y el reloj a Churchill; Big Don puso a bailar a la parroquia afroamericana de San Francisco; el mago Mandrake hacía sus trucos en Argentina mientras desaparecía una generación; las mujeres de Somalia y Palestina jugando al baloncetso... trece relatos que tratan de buscar los lugares comunes del mundo atarvesados por el baloncesto. Y la aspiración (del autor>) es que suenen a algo parecido al jazz.