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William Morris exhibe en esta selección de escritos la diversidad de sus intereses, todos ellos movidos por uno fundamental: humanizar el trabajo convirtiéndolo en goce para el que lo realiza y para quienes lo contemplan; Morris defendía que el deseo de crear cosas bellas o la facultad de apreciarlas es algo consustancial a todos los intereses humanos y no de una minoría selecta, si bien esa necesidad básica solo podía realizarse en una sociedad humanista en la que el trabajo procure al hombre un goce estético. Como editor, su tarea fue incansable recuperando antiguas tipografías y fundando en 1891 la prestigiosa Kelmscott Press.