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¡Nel tajo! cuenta, desde la mirada infantil, el caos progresivo provocado, en una familia popular, por un padre amante del bricolaje. Su mujer, afligida por las obsesivas empresas modernizadoras del patriarca, cocina y mantiene limpias a las hijas que hacen de peones en la obra. Ese padre es un puto desastre, se electroputa continuamente, casi mata a la madre cayéndosele encima, destroza la hormigonera y derrama toda una carga de hormigón sobre su hija menor, la Pichoncita. Imaginará cincuenta soluciones para enderezar la situación pero, finalmente, abandona a las niñas para buscar socorro. Con estos mimbres, la autora lleva a cabo una perturbadora radiografía de nuestra sociedad actual en la que la familia se vuelve una estructura rígida, imposible, bastante grotesca y sin alternativa. Del mismo modo, acaba mostrándonos los mecanismos de su construcción y del posible derribo de sus fortificaciones sociales, físicas, públicas, políticas e íntimas.
¡Nel tajo! es pese a todo una novela hilarante en la que reina ese humor negro, absurdo, esperpéntico, que tanto nos recuerda a Alfred Jarry o Samuel Beckett. Es también un artefacto altamente explosivo lanzado contra esta sociedad fraguada en hormigón cultural de la peor calidad; un artefacto mediante el cual Anne F. Garréta denuncia ácidamente la brutalidad de nuestra cultura y de sus formas de dominación del inmigrante, el homosexual, el negro, el huérfano, el desheredado...
¡Nel tajo! nos ofrece además un festival pantagruélico de juegos literarios y pirotecnia verbal: bailan juntos los más variados registros y los más diversos guiños culturales, desde las canciones populares a la más alta poesía. La traducción busca reproducir en nuestra lengua-cultura la fuerza de la singularísima escritura del original en francés que golpea todas las convenciones literarias y sociales. Las entusiastas críticas que recibió esta última obra de Anne F. Garréta la relacionaron con la fundacional Zazie en el metro, de Raymond Queneau. Como en Queneau, aquí el lenguaje bulle, se resiste a la inmovilidad y arremete contra la parálisis de nuestras estructuras lingüísticas y, por extensión, de la sociedad occidental. "Nel tajo! es el retrato sensible, bullicioso de vida, de lo que algunos califican de atípico, véase de anormal. Por ello se inscribe perfectamente en el linaje de la obra de Garréta: un brillante elogio, elegante e insolente, de los márgenes, ese espacio en el que solo la originalidad es la norma". (Blanche Cerquiglini, La Nouvelle Revue Française). "Estilista de alto nivel y divertida tuerce-sintaxis, coronada con un Premio Médicis en 2002 por Ni un día, prueba aquí que nada está grabado en el hormigón, mucho menos la lengua de Molière, Céline o Queneau". (Les Inrockuptibles)