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«El mundo moderno es hegeliano». «Es marxista». «Es nietzscheano». Ninguna de estas proposiciones tiene en sí mismas trazas de ser una paradoja. Pero el triple enunciado, «El mundo moderno es hegeliano, marxista y nietzscheano», tiene algo intolerablemente perturbador. ¿Cómo puede este mundo moderno ser a la vez eso, esto y aquello? Si esta triplicidad tiene sentido, quiere decir que cada uno de los autores estudiados (Hegel, Marx, Nietzsche) ha captado «algo» del mundo moderno, algo a punto de formarse y que germinó a lo que del final del siglo XIX hasta llegar al XXI.