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El pasado es un vasto territorio con múltiples recovecos inexplorados, muchos de ellos relacionados con las guerras, sostiene Félix Santos. Los desertores, por ejemplo. Durante siglos, la mentalidad militar hizo creer que eran gente cobarde que abandonaban el campo de batalla por miedo, cuando la cosa se ponía fea. Y les fusilaban. Pero por lo general los desertores eran gente valiente que plantaba cara ante realidades absurdas, arriesgando la propia vida.
La imagen de los soldados alemanes derrotados en la Primera guerra mundial, lleva al autor a indagar en los sentimientos y los pensamientos de esos supervivientes que regresan abatidos del frente. Narra también las penosas condiciones en que regresaron los soldados españoles derrotados en la guerra de Cuba. De esas indagaciones se desprenden vigorosas pulsiones antibelicistas y antimilitaristas que, por lo demás, asoman en varios relatos del libro.
Con especial emoción relata el autor su primer encuentro con exilados españoles en Berlín-este en el año 1966. Visitaba Alemania en viaje de fin de carrera y la casualidad quiso que en el Geschichte Museum, en el que se exhibía una exposición con motivo del 30 aniversario del inicio de la guerra civil española, le presentaran a tres ancianas madrileñas refugiadas en la Alemania del este. Las muestras de cariño, los abrazos y achuchones de aquellas mujeres, que ya llevaban veintisiete años en destierro, ponían de mani!esto el desgarro humano y el destino trágico de los derrotados en la guerra civil.
Este libro recrea también las vicisitudes de colectivos víctimas de la intransigencia y del fanatismo religioso y registra las heroicas resistencias al mal de muchos hombres y mujeres, para escapar de los continuos enfrentamientos entre seres humanos.
Son ensayos cortos, a modo de paseos, que tienen que ver con la Historia y con la Literatura.