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Cuando el siglo pasado tocaba a su fin y se aguardaba la llegada de un nuevo milenio, Jacques Derrida denunciaba que un acto de denegación estaba en curso: aquel que pretendía neutralizar la necesidad espectral. Este brillante libro de Gabi Balcarce surge de la exigencia crítica, es decir, también deconstructiva y responsable, de pensar la espectralidad junto a la hospitalidad en una coyuntura histórica que ya no es la de Derrida sino la de un milenio que apuesta por un posthumanismo para la filosofía y la política del ser-con-otrxs. Dos desafíos que se presentan, entonces, en una convergencia. Por un lado, estudiar la espectralidad, distinta del tradicional Espíritu reivindicado por la tradición metafísica, en la obra de Derrida, significa cuestionar todos los naturalismos y dar lugar a la plasticidad de un concepto que permite desmontar la primacía de lo humano. Por otro lado, lograr que la espectralidad sea, de manera novedosa, una vía de acceso a un posthumanismo que debe distinguirse de cualquier proyecto eugenésico de mejoramiento y prolongación de la vida de la especie humana.