Relato de encanto peculiar y teñido del aura póstuma que le confiere el ser el último escrito por Joseph Roth (1894-1939) poco antes de morir como consecuencia, precisamente, de su alcoholismo, "La leyenda del santo bebedor" fue el canto del cisne de un escritor que ha alcanzado la categoría de clásico indiscutible del siglo XX. Mitómano, impostor, comediante, Roth brindó en estas páginas que dan cuenta de las peripecias del sin techo Andreas en busca de la devolución de un préstamo a santa Teresita de Lisieux, una fábula sin moraleja, de tono báquico y jovial, en la que se diría quisiera conjurar el destino y, a la vez, exorcizar la crueldad del mundo mediante el humor y la piedad. El iluminador epílogo que acompaña al texto proporciona un magnífico y sintético retrato del autor, así como algunas de las claves imprescindibles para entender sus temas recurrentes y las líneas de fuerza de su obra.
Traducción y epílogo de Ibon Zubiaur
LA LEYENDA DEL SANTO BEBEDOR
AUTOR/A
ROTH, JOSEPH
Joseph Roth, novelista y periodista, nació en Galitzia (actualmente Ucrania) en 1894, en el seno de una familia judía.<BR><BR>Ha sido descrito como un hombre para el que la historia era como una pesadilla; su vida no estuvo lejos de serlo también.<BR><BR>No llegó a conocer a su padre que, en un arrebato de locura, abandonó el hogar al poco tiempo de casarse. Se crió en Viena donde presenció el derrumbamiento del imperio austro-húngaro cuyo restablecimiento más tarde anhelaría: "La experiencia más dura que he vivido fue la Primera Guerra Mundial y la destrucción de mi patria, la única que he tenido..."<BR><BR>En 1920 se instaló en Berlín donde se convertiría en el corresponsal de mayor prestigio de la prensa alemana -y en uno de los mejor remunerados de su generación-, y donde simultanearía el periodismo con la narrativa (Job, una de sus primeras obras, fue la novela favorita de Marlene Dietrich).<BR><BR>En 1933, con la llegada del Tercer Reich, que le relegaría a la categoría de Untermensch, escribió: "Permítanme expresarlo alto y claro. El espíritu europeo está capitulando. Está capitulando porque es débil... porque carece de imaginación... mientras, el humo de las hogueras en las que arden nuestros libros alcanza el cielo..." Su mujer, Friederike, ingresó en un manicomio. Los nazis le facilitaron una muerte sin dolor. Finalmente, Joseph se exilió en París donde el alcohol le ayudaría a reconciliar su nostalgia de aquella vida shtetl de sus primeros años, con su fe en un recién descubierto catolicismo y su apoyo al restablecimiento de la monarquía austriaca. El santo bebedor murió en 1939.