Presentación del libro Tomar partido. Memorias de un compromiso político (Tirant lo Blanch, 2024) Con Manuela Ortega, autora; Pilar Martinez, actriz; y Margarita Sánchez.
Una vida de novela, la de Manola. Y una manera propia de contarla. Nacida en un pueblecito de Jaén en los duros años de la posguerra, pasó mucha hambre mientras sus padres estaban encarcelados. Pero también después. Pasó de vivir sin madre a tener dos y un montón de hermanos. Buscó su lugar entre ellos, a veces a empujones. Llegaron a Valencia huyendo de la miseria en el año 1952 y se instalaron en Burjassot. Vio el mar por primera vez y se enamoró para siempre de él. Su primer trabajo fue hacer de Lazarillo de un hombre en carro de ruedas. Así conoció Valencia, la vida, sus miserias. Después se fue a Francia y al fin llegó a París, la ciudad de sus sueños, recién adolescente. El comunismo formaba parte del ADN familiar, de manera que cuando el Partido Comunista la llamó a filas en París, no dudó. Tomó partido. Joven, vivaz, lista, hizo de correo durante años entre la dirección del comunismo en París y cualquier ciudad o pueblo de España. La clandestinidad la bautizó como África, Marisa, Cristina, Isabelle, Antonia, Amparo... Pero para sus amigos siempre Manola, Manolita. "Manolita estaba allí", dicen unos y otros en sus propias memorias. Ahora ella ha escrito las suyas y lo ha hecho muy bien. El libro es un regalo y su lectura, apasionante. Lo que fascina de este libro es que su autora es memoria, una voz puesta al servicio de dar nombre y apellidos a tantos compañeros anónimos. La voz de la autora ha construido un relato de personas que participaron, cobijaron, ayudaron o se arriesgaron en la lucha antifranquista, aunque la Historia con mayúscula tienda a olvidarlas.
Soy Manuela Ortega Espinosa. Nací el 14 de diciembre de 1945 en Escañuela, provincia de Jaén. Soy la penúltima de diez hermanos, de los que sobrevivimos en la infancia cinco chicas y dos chicos. Tengo la edad de la experiencia, como decía Saramago. Me educaron en la justicia y por eso mi trayectoria vital siempre ha estado unida a ella. Desde mi adolescencia se despertó en mí la necesidad de encontrar la verdad y, por ello, desde muy niña, comencé a colaborar con el Partido Comunista. Desde el año 1965 al 1973 viví en la clandestinidad. En ese período fui miembro del Comité Central y mi tarea fundamental fue la de correo clandestino entre la dirección del partido en París y sus organizaciones en el interior de España. Llevaba tanto documentos encriptados como placas para la impresión de las publicaciones periódicas. También me encargué de facilitar la entrada o salida, entre España y Francia, de militantes del partido y de personas que querían contactar con su dirección en el exilio. Todo ello me dio la posibilidad de conocer a multitud de personas dedicadas a la causa antifascista, entre los cuales estaba Dolores Ibarruri. Comencé mi trayectoria como escritora de mis recuerdos colaborando con el historiador jienense Luis Sánchez Tostado, autor del libro Víctimas, en su capítulo dedicado a las mujeres. Soy coautora del libro Mujeres, sindicalistas, feministas de Comisiones Obreras del País Valenciano, sobre la trayectoria de 24 sindicalistas entre 1956 y 1982. Escribí después la obra Las madres presas, que fue llevada al teatro en un monólogo de Pilar Martínez y sirvió de base a los textos que esta actríz interpreta en La Música Empresonada. Por último, he escrito las memorias que la lectora o lector tiene en sus manos.