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Un fantasma recorre el mundo. Pero este ya no es el espectro del comunismo. Sus nombres son muchos y están en boca de todos: colapso, catástrofe, crisis, final. Su presencia se ha ido imponiendo paulatinamente bajo la forma de pequeños apocalipsis climáticos (inundaciones mortales, grandes incendios, pavorosas sequías), crisis económicas inéditas (la Gran Recesión iniciada en 2008) y una nueva generación de guerras y genocidios (Ucrania, Palestina, Yemen, Sudán del Sur). Por poner las cosas aún más sombrías, sospechamos que estos son solo el aperitivo de algo mucho peor. Vivimos de hecho en la certeza de que la catástrofe es ya nuestro presente. Y sin embargo, tratamos de pasar el rato como si nada de esto nos afectara, inmunes al desastre presente y por venir, satisfechos con una vida todavía no demasiado penosa y siempre ensimismada con mil formas de entretenimiento.
Este libro trata sobre esa perplejidad que agarrota a las poblaciones ricas del planeta, todavía protegidas para lo que viene pero ya expuestas a sus primeros efectos. El cóctel de factores que analiza van desde el nihilismo despreocupado y hedonista con el que afrontamos la catástrofe hasta la afectación moralista e impotente de las guerras culturales, desde la estetización del final de nuestro mundo hasta la inercia de una izquierda todavía aferrada a las promesas del progreso. Todo ello sin dejar de elaborar una crítica a la economía política de la crisis, un análisis de los determinantes sociales de esta paradoja e incluso proponiendo algunas vías para superar nuestra persistente impotencia.