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La obra literaria de Monique Wittig que mejor expone este «acto loco» que es la escritura es El viaje sin fin, su única obra de teatro, escrita por la influencia de su amiga y compañera Sande Zeig. La amistad, la locura y la biblioteca, ya era hora: El viaje sin fin [?] es en realidad la reescritura de un clásico entre los clásicos: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Pensar en Monique Wittig, emocionada, con la enorme novela de Miguel de Cervantes entre las manos es casi un sueño, pero imaginársela con el cerebro en ebullición, decidiendo que cambiaría de sexo y de género a los protagonistas -?aquí Quijote y Panza son la Quijote y la Panza? es ya una fantasía.
De esta manera la locura, la guerrilla, la lectura, la lesbiandad ?¡qué peligroso gesto el de la Quijota al enamorarse de otra mujer, Dulcinea del Toboso!?, la genealogía, la reescritura ?aquí hasta Rocinante se convierte en Rocinanta? y la picaresca son las claves para que el cuerpo lector de Monique Wittig se exponga en todo su florecimiento. Reapropiándose de las palabras originales: «yo diría que el mundo entero está loco y que soy yo quien tiene razón».
Del epílogo de Luna Miguel
Con traducción de Coto Adánez