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La complejidad y la pluralidad de la realidad han tomado obsoleta, de modo irremediable, la idea de una teoría de la cultura universal. La pérdida de credibilidad de los grandes relatos de la historia plantea a su vez el problema de alcanzar un punto de vista desde el cual trazar el horizonte del pensar y el actuar humanos. Y aunque el concepto de cultura parece ser, en la discusión actual, el único medio capaz de aprehender la realidad, su debilidad reside juatamente en el hecho de que abarca la totalidad de lo real. Cuando el punto de vista es una varibale cultural, ya no parece posible acordar ninguna perspectiva que permita pensar una "teoría de la cultura". ¿Significa entonces que hay que renunciar a la posibilidad de una teoría? Este libro se opone a esa renuncia.