Hace horas que busco rastros de vudú en Nueva Orleans. Algo más que un simple muñequito souvenir o un guía que te repite su cuento por veinte dólares o una bolsita de gris-gris o un filtro de amor colorado. Más tarde debo visitar la tumba de Marie Laveau, reina del vudú en esta ciudad durante la primera mitad del siglo XIX, hermosa mujer de grandes aros, con el cabello recogido en un turbante. Su tumba es la más visitada de Estados Unidos. La primera es la de Elvis, en Graceland, en su casa (los restos de Elvis no están, no pueden estar, en un cementerio común: se producirían avalanchas).
Antes de la visita ceremonial, ritual, a la tumba de Marie, quiero algo que parezca genuino. Y que esté acá, en la ciudad. No tengo forma de llegar a los pantanos de Luisiana, donde, dicen, todavía viven sacerdotisas vudú en tráilers. No tengo auto. Y no tener auto en Estados Unidos, es como no tener pulso.
En Dumaine Street, a pasos de Jackson Square, en uno de los rincones más turísticos de la ciudad, está el Museo del Vudú. Es chiquito, sencillo; un museo pobre. No vende postales, no tiene público. El viejo sentado detrás del mostrador de la entrada parece complacido por la visita. Es afroamericano, tiene una camisa blanca, dice que ?practica? y me ofrece un librito introductorio con información.
ALGUIEN CAMINA SOBRE TU TUMBA
AUTOR/A
ENRIQUEZ, MARIANA
(Buenos Aires, 1973) es periodista, subeditora del suplemento Radar del diario Página/12 y docente. Ha escrito novelas, relatos de viajes, perfiles y colecciones de cuentos: en Anagrama han aparecido dos de ellas, Los peligros de fumar en la camayLas cosas que perdimos en el fuego, publicada en veinte países: «Goza de un merecido reconocimiento. La escritura posee cualidades como la condensación y una sugerente frialdad. Una prosa con peso específico» (Carlos Pardo, El País); «Tanto horror, además de fascinar como está obligado a hacerlo toda propuesta sólida y atractiva que tenga cabida en el género, se acaba revelando hecho de densidad política y analítica» (Nadal Suau, El Mundo); «Una mirada singular e inquietante. Una voz literaria auténtica que galvaniza a los lectores. Literatura llamada a perdurar» (Sergi Bellver, La Vanguardia); «Se apoya con inteligencia en los maestros para crear un mundo narrativo muy propio» (Edmundo Paz Soldán); «Excepcional» (Marta Sanz). Su obra ha recibido un aplauso unánime: «Toma un rasgo que reconocemos en Cortázar y lo exacerba: lo podrido y maléfico de la vida cotidiana, la rajadura por la que se filtra un fondo de irracionalidad donde chapotean cuerpos entregados a sus excreciones y palpitaciones» (Beatriz Sarlo); «Un prodigioso cruce entre la reescritura de ciertas tradiciones y esa lucidez atroz que llamamos mirada propia. Compartirla con los lectores es motivo de fiesta» (Andrés Neuman); «Tan auténtica y perspicaz que consigue evocar una realidad más vívida que la que nos rodea... Una escritora de primera clase» (Daniel Gumbiner, McSweeney?s).