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Hannah Arendt, pensadora política, necesariamente había de afrontar, situada esa ética, la cuestión estética. Esto en realidad se encontraba, comprobará inmediatamente el lector, en la raíz más fuerte de su carácter y ello había de conducir a reflexiones subsiguientes sobre ese aspecto en las obras de Heidegger, Broch y Walter Benjamin. Todo ello queda reunido en este volumen, el problema del arte y su relación viva respecto de tres de las más sobresalientes personalidades del siglo XX. Dice Arendt que ?las obras de arte son las más duraderas y, por ello, las más mundanas de las cosas tangibles. La influencia que los procesos naturales de desgaste ejercen sobre todas las cosas apenas produce efectos en ellas, ya que no están sometidas al uso humano que pudiera destruirlas en su singularidad, y tampoco desarrollan, como en el caso de los objetos de uso común, su inherente propósito?. Su permanencia es cualitativa.