Una imagen falta en el origen. Ninguno de nosotros pudo asistir a la escena sexual de la que es el resultado. El niño que proviene de ella la imagina interminablemente. Es lo que los psicoanalistas llaman Urszene. Una imagen falta al final. Ninguno de nosotros asistirá, vivo, a su propia muerte. También el hombre y la mujer imaginan interminablemente su descenso hacia los muertos, al otro mundo, el de las sombras. Es lo que los griegos llamaban Nekhuia. De un modo más radical, quisiera mostrarles que hay, en toda imagen, una imagen que falta... Hablar de la imagen que falta no es solo una imagen. Y tampoco se trata de una mera forma de hablar. Quisiera hacerlos palpar, una vez nada más, la imagen particular que falta en una imagen particular. Pascal Quignard