Para el Marxismo la revolución francesa fue uno de los grandes hitos de las revoluciones burguesas. Pero también aquellos años finales del siglo XVIII fueron la expresión de que una nueva cultura radical -incluso en la derrota- estaba fraguándose.

Esta primera incursión del curso la haremos de la mano de la la obra de Robert Darnton que, como señala en su obra Edición y subversión, en aquelllos momentos “La figura del philosophe surgida en Francia a principios del siglo XVIII generó, en paralelo a su consagración representada por Voltaire o D'Alembert, la aparición de una multitud de escritores de fortuna que -unas veces de modo clandestino y por iniciativa propia, otras al servicios de terceros- produjeron una abundante cantidad de libros contra las clases dominantes que, a la larga, tendrían una enorme importancia en la revolución de 1789. Vitriólicos, pornográficos o blasfemos, atacaban a las clases dominantes políticas, culturales o religiosas, anunciando la explosión social que tendría lugar a finales del siglo. Legítima heredera del Rabelais más oscuro, esta subespecie literaria resucita siempre con la aurora revolucionaria a través de los siglos”.

Leyendo a Darnton de la mano de Miguel Sánchez Lindo, gran especialista en la vida intelectual del Antiguo Régimen, nos acercaremos a ese universo radical, crudo y visionario, lleno de inteligencia filosófica y perspicacia política que servirá de prólogo para nuestro curso. Un radicalismo también proletario que tendría enorme importancia en la Revolución de 1789 y que -una vez derrotado- volvería a aparecer a partir de 1830.

A la muerte de Marx, el 14 de marzo de 1883, el marxismo no existía. Circulaba sin duda alguna mala copia del viejo Manifiesto comunista y se había reimpreso el primer volumen de El Capital. Había también una traducción francesa de ese primer tomo, además de diversos textos breves, folletos y panfletos: el análisis de la Comuna de 1871, el discurso en el Congreso de La Haya de la Internacional. ¿Cómo entonces se produjo esta identificación entre socialdemocracia y movimiento obrero?

En esta sesión intentaremos responder a estas preguntas sobre la formación del marxismo a partir de su portador, el movimiento obrero. También a partir de los principales acontecimientos en cuyas interpretaciones se fraguó esta doctrina: las discusiones y publicaciones de la época, las tomas de posición político-teórica del movimiento obrero y especialmente de su organización paradigmática, la socialdemocracia alemana de finales de siglo XIX. Bajo esta perspectiva, el marxismo aparece no tanto como la aplicación práctica de las tesis de Marx, que como una lectura e interpretación específica de las mismas en el marco de la socialdemocracia. El marxismo fue sencillamente una invención funcional a un contexto donde las expectativas revolucionarias del propio Marx habían dejado de operar.

El siglo XX es el de la sociedad y la cultura de masas. Los medios de comunicación, la televisión, las nuevas culturas obreras de posguerra derivaron en nuevas relaciones entre marxismo y cultura. En este sentido, algunnas corrientes marxistas británicas entre las que destacan el grupo de historiadores del Partido comunista, los estudios culturales y la New Left Review entre otras supusieron un cambio radical en la manera de entender ese relación.

En esta sesión nos fijaremos en algunos de los aportes realizados a esa “historia común” que ensayaron los estudios culturales que, como señala nuestra ponente: “Además de una investigación de carácter epistemológico, los Estudios Culturales nacieron también como una arma de oposición política, en un periodo de la historia del siglo XX en el que se gestaba un tipo de relación entre sociedad, economía y cultura basado en un modelo de producción, distribución y consumo cultural cada vez más comercializado Esta oposición política tenía como tarea mostrar la relación sinérgica, pero no simplemente refleja, entre armas culturales y procesos de la economía.”

Este “giro culturalista” ha supuesto un cambio de enorme calado en las interpretaciones históricas marxistas ya que -como se dice en el nuevo pŕologo de La larga revolución (Verso, 2024)- “Para Williams, los conceptos de base y superestructura no son estados sino procesos.” Para él la comunicación no tenía órdenes separados, sino que era un “proceso social total” donde la experiencia única se convertía en cultura común y de ella se derivaba la posibilidad de una política en común como forma de vida.  

Otra de las perspectivas marxistas nacidas al calor del desarrollo capitalista de posguerra tiene que ver con las aportaciones de Inmanuel Wallerstein y su concepto del sistema mundo. La necesidad de entender las dinámicas del capitalismo global al menos desde sus primeras formaciones en el siglo XVI abrieron una serie de debates relacionados con el nacimiento del propio capitalismo, la cuestión ecológica y las economías financieras que llega hasta nuestros días.

A su vez, la crisis global de 1973 derivó en nuevas aportaciones teóricas que -desde una perspectiva marxista- intentaron comprender las nuevas dinámicas de crisis sistémica que se abrían. Autoras como Berverly Silver o Giovanni Arrighi hicieron numerosas aportaciones en este sentido. Pero también -como ya hemos señalado- se abrieron otras líneas más específicas sobre estos desarrollos financieros, como las realizadas por Robert Brenner, territoriales como las hechas por David Harvey, sobre las implicaciones ecológicas de este modelo hechas por Jason W. Moore o incluso sobre la muerte del propio capitalismo como Mcenzie Wark.

¿Qué modelo de capitalismo hemos heredado del siglo XX?¿Cuál es su futuro y sus posibles desarollos?¿Qué han aportado estos enfoques marxistas para entender este largo ciclo que vienen al menos de los años 70 del siglo pasado?